Cuando las aseguradoras no aceptaban a los pelirrojos

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Tener el pelo rojizo y la piel pálida ha hecho más difícil la vida a los portadores del gen MC1R desde tiempos antiguos. Los pelirrojos no solo han sido discriminados por prejuicios arcaicos tales como que eran hijos del demonio, seres violentos como el fuego, brujas o vampiros. Las compañías aseguradoras también decidieron mantenerlos al margen. ¿Por qué? Teniendo en cuenta la cantidad de supersticiones que giraban en torno a ellos, no cuesta creer que se les alejase por miedo a que pudiesen enfermar con más facilidad.

Lo único cierto que se ha dicho de los pelirrojos y que se ha podido demostrar es la mayor propensión a desarrollar melanomas y otras enfermedades relacionadas con la piel y la vista. El hecho de que tuviesen que vivir alejados del sol por miedo a contraer enfermedades cutáneas por la palidez de su piel, hizo que empezase a circular la creencia de que si huían de la luz, tenían que ser vampiros. Una idea basada en una lógica por lo visto poco cuestionada hace algunos siglos.

Pero no hay que remontarse tanto para encontrar ejemplos de discriminación incluso por parte de las compañías aseguradoras: el 7 de julio de 1889, The New York Times publicó Red heads and the pale horse (Cabezas rojas y el caballo pálido), un breve artículo en el que explicaba que algunas compañías no estaban dispuestas a aceptar a los pelirrojos entre sus clientes:

«El pelo rojo es un inconveniente, y lo es especialmente cuando un hombre intenta asegurar su vida. Esto es lo que un médico examinador de varias asociaciones aseguradoras de Savannah dijo a un reportero: “Parece extrañar a casi todos los hombres cuando les digo esto”, continuó, “pero los hechos que tenemos a mano en las oficinas de estadística de las compañías aseguradoras muestran que el riesgo es mayor para personas cuyo pelo es de ese color, más que para el resto. Parece que están más dispuestos a la tisis u otros problemas de pulmón. Como resultado, los examinadores prestan especial atención a ellos. Incluso cuando no muestra la más ligera señal de un posible problema pulmonar, ellos a menudo lo desarrollan en su peor forma y en menos tiempo, en comparación con el resto. No es una regla infalible, por supuesto, que los pelirrojos estén predispuestos a las enfermedades pulmonares, pero ocurre a menudo que el asegurador se siente justificado al tomar precauciones inusuales en referencia a esa clase de solicitantes.”, escribía el autor del artículo.

¿Y qué tiene que ver el caballo blanco del titular con todo esto? En aquella época, circulaba por Estados Unidos la creencia de que si un caballo blanco y una pelirroja se cruzaban circulando por aceras opuestas, significaba que la pelirroja había sido un caballo blanco; y éste, a su vez, alguna vez fue una mujer pelirroja. Así de retorcido, pero tan efectistas eran estos prejuicios que hasta las compañías aseguradoras rechazaban clientes debido al color de su pelo.

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