Cómo calcular los gastos de tener un coche en propiedad

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Cualquier vehículo en propiedad lleva asociados una serie de gastos que hay que tener en cuenta. Algunos son gastos recurrentes y otros desembolsos puntuales. En cualquier caso, no contar con ellos puede suponer un importante perjuicio para la economía del hogar. 

Los gastos de tener un coche en propiedad afectan por igual a los vehículos nuevos y a los de segunda mano. Aunque es cierto que un coche recién adquirido de fábrica presentará menos problemas que uno de segunda mano y con muchos kilómetros a sus espaldas, una parte de los gastos a los que se enfrenta el propietario de un vehículo poco tienen que ver con estos aspectos.  

Gastos fijos de tener un coche en propiedad 

Para poder gestionar con acierto el desembolso que supone la propiedad de un coche, el primer paso es conocer los gastos fijos que se repiten de forma periódica.  

  • ITV: dependiendo de la antigüedad del vehículo, se pasa cada 4 años, cada 2 años o anualmente.  
  • Revisiones: durante los primeros años tras la adquisición de un vehículo nuevo, serán obligatorias para mantener la vigencia de la garantía. No en vano, siempre son recomendables las revisiones periódicas con una distancia de no más de tres años.  
  • Mantenimiento: el uso del vehículo implica un desgaste más o menos rápido de muchos de sus componentes. Para que un coche funcione sin problemas y con seguridad habrá que cambiar aceite, filtros, neumáticos, correas y otras partes a medida que sea necesario. 
  • Seguro obligatorio: es un requisito legal imprescindible en cualquier vehículo que esté dado de alta en la DGT. Lo normal es pagar por la cobertura de todo un año, aunque están apareciendo otras modalidades por meses, semanas e incluso días. 
  • Impuestos: hay impuestos municipales de circulación y otros impuestos especiales que puede determinar cada comunidad autónoma. Suelen pagarse de forma anual o en dos pagos fraccionados a lo largo del año.  

Cuidado con los improvistos: gastos variables de un coche 

Por mucho que se tengan en cuenta los gastos estables de un vehículo, hay situaciones que se escapan de cualquier previsión. Robos, accidentes, incendios, fenómenos meteorológicos… 

Un seguro a todo riesgo sin franquicia es una buena opción para los propietarios que desean tenerlo todo bajo control. Su precio es más elevado que en el caso de los seguros convencionales, pero a cambio proporcionan una tranquilidad que no ofrecen las pólizas más básicas.